El pasado 18 de septiembre asistí al Fòrum Beijing+30 en Barcelona, un evento que conmemora tres décadas de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, una hoja de ruta global en materia de igualdad de género. Más allá de hacer balance, el foro ha puesto el foco en los retos actuales y futuros, entre ellos la inteligencia artificial (IA) ocupa un lugar central.
En mi caso, como consultora en DeMomentSomTres, la IA ya ha transformado profundamente mi vida profesional y personal. La incorporo a diario en la gestión de proyectos, en la relación con los clientes y en la creación de contenidos. Ha sido una transformación muy rápida, y a menudo me doy cuenta de que los cambios llegan de forma casi inconsciente. Esta velocidad hace aún más necesario detenernos, reflexionar e incorporar mecanismos de corrección para que el progreso tecnológico no nos haga olvidar lo esencial: la igualdad, la ética y la inclusión.
Es evidente, pues, que la IA está transformando nuestras vidas, desde la sanidad hasta la educación, pasando por las empresas y las administraciones públicas. Pero detrás de su potencial existen riesgos evidentes: los sesgos de género. Si los algoritmos se alimentan de datos sesgados, los resultados que obtenemos también lo serán. Y esto puede tener graves consecuencias en el acceso a oportunidades, en el mercado laboral o incluso en nuestros derechos fundamentales.
Cuando la tecnología perpetua desigualdades
El informe “Inteligencia Artificial responsable y sesgos de género”, presentado en el marco del Fòrum, muestra con claridad hasta qué punto los sistemas de IA pueden amplificar desigualdades ya existentes:
- Contratación y selección de personal: sistemas que penalizan currículums femeninos para reflejar datos históricos.
- Asistentes virtuales: voces sumisas y femeninas que perpetúan estereotipos de género.
- Reconocimiento facial: tasas de error más altas con mujeres y especialmente mujeres racializadas.
- Mercado laboral: automatizaciones que acentúan la subrepresentación femenina en sectores STEM.
Estas situaciones no son anécdotas, sino evidencias que muestran la necesidad de una IA responsable, ética e inclusiva.
El marco europeo: regulación y ética para una IA segura
La Unión Europea ha dado un paso adelante con el Reglamento de Inteligencia Artificial (RIA) aprobado en 2024, que establece un marco jurídico con requisitos concretos: calidad de los datos, supervisión humana, transparencia e inclusión de la perspectiva de género en el desarrollo de sistemas de alto riesgo.
Además, las Directrices éticas para una IA fiable de la Comisión Europea e iniciativas como el sello ético de l’Observatori Català d’Ètica de la IA ofrecen guías para evaluar y mejorar el comportamiento de los sistemas. Sin embargo, el informe pone de manifiesto que el derecho y la regulación llegan más tarde que la tecnología. Por eso es imprescindible un cambio cultural que implique a empresas, instituciones y ciudadanía.
Cómo reducir los sesgos de género en la IA
El informe propone acciones concretas que pueden marcar la diferencia:
- Auditorías de datos y algoritmos para detectar y corregir sesgos.
- Herramientas de código abierto como Fairlearn, AI Fairness 360 o What-If Tool para medir la paridad.
- Equipos de desarrollo diversos y paritarios para incorporar múltiples miradas.
- Protocolos de validación exhaustivos antes de poner un modelo en producción.
- Formación y sensibilización en igualdad y ética para profesionales de tecnología.
Estas medidas no sólo benefician a las mujeres: mejoran la justicia y la calidad de los sistemas de IA para toda la sociedad.
Comunicación y gestión de personas: dos ámbitos clave
Más allá de los aspectos técnicos, el informe también pone énfasis en otras áreas:
- Comunicación y medios: los titulares, imágenes y lenguaje utilizados a menudo invisibilizan o estereotipan a las mujeres. La IA aplicada a la generación de contenido puede perpetuarlo si no ponemos atención.
- Gestión de personas: muchas empresas utilizan IA para procesos de selección, análisis de indicadores o redacción de ofertas. Sin embargo, la mayoría no dispone de políticas internas claras ya menudo desconocen cómo detectar sesgos de género en estas herramientas.
En ambos ámbitos, la clave vuelve a ser la misma: formación, protocolos y supervisión humana.
Conclusiones: una oportunidad para avanzar
La IA no debe ser un obstáculo en la lucha por la igualdad, sino una oportunidad para avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva. Pero esto sólo será posible si desarrollamos y utilizamos la tecnología con responsabilidad, conciencia y compromiso ético.
Desde DeMomentSomTres, como consultoría tecnológica y estratégica, nos sentimos interpeladas. La digitalización y la inteligencia artificial son herramientas clave para las empresas, pero sin perspectiva de género y sin protocolos éticos pueden generar más problemas que soluciones.
Quiero agradecer especialmente a las autoras del informe -Meritxell Bautista, Esther Nin, Marta Rodríguez, Montse Serra, Jordina Torrents, Iolanda Montserrat y Karina Gibert- y al ODEE de la Cambra de Comerç de Barcelona, por aportar un documento riguroso y valiente que nos recuerda que no hay transformación digital sin igualdad.
Puedes descargar el informe completo aquí.
Fuente: forumigualtatbeijingbcn.cat