Vivimos en una época en la que la inteligencia artificial parece ser la respuesta a todos los problemas. No hay día que no nos bombardeen sobre sus virtudes con posts en Instagram, LinkedIn o incluso en el periódico sobre el mostrador del bar del café por la mañana donde hay columnistas evangelistas de la IA, que seguramente han escrito el asunto con su asistente virtual.
¿Necesitas optimizar tu empresa, así por lo general? IA. ¿Buscas una recomendación de libro? IA. ¿No sabes qué cenar? IA. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la solución más efectiva no depende de algoritmos, sino de un cambio de perspectiva?
La fascinación por la tecnología a menudo nos hace perder de vista las respuestas más sencillas. En muchas ocasiones, ante un problema operativo, de eficiencia o incluso de toma de decisiones, las empresas corren a implementar sistemas sofisticados cuando lo que realmente necesitan es detenerse y reflexionar.
No todo se resuelve con un bot (todavía)
Por ejemplo, una empresa puede haber invertido en un potente ERP, pero si sus empleados solo usan el 10% de sus funcionalidades, no estarán aprovechando su potencial. Otra empresa puede publicar contenido constantemente en redes sociales, pero si no ha configurado correctamente su cuenta de Meta, no podrá programar publicaciones, haciendo que su estrategia digital sea mucho menos eficiente de lo que podría ser. De la misma manera, un equipo de trabajo puede disponer de un programa de gestión de proyectos, pero si nadie sabe que hay herramientas para automatizar tareas o generar informes detallados, el sistema será simplemente una pizarra digital cara.
A veces parece que las empresas quieren un chatbot antes de tener claro qué tienen que decir a sus clientes. O un CRM para gestionar relaciones que aún no han comenzado. Y todo esto con prisa, con la sensación de que si no incorporas tecnología, estás llegando tarde. Pero, ¿tarde a dónde, exactamente?
Otro aspecto que a menudo olvidamos es el factor humano. Parece mentira. La IA puede ayudar a automatizar procesos, pero la creatividad, la intuición y la capacidad de adaptación siguen siendo cualidades esenciales que ninguna máquina puede replicar completamente. Además, muchas de las decisiones empresariales no dependen solo de datos, sino también de aspectos culturales, emocionales e incluso éticos que no se pueden codificar fácilmente.
Antes de comprar la herramienta, mira si el cajón está ordenado
La tecnología es una aliada poderosa, pero no debería sustituir el pensamiento crítico ni la capacidad de resolver problemas de manera directa y sencilla. La próxima vez que te encuentres ante un desafío, en lugar de preguntarte qué herramienta tecnológica puedes usar, quizás la pregunta correcta es: ¿cómo puedo abordar este problema de una manera más sencilla y efectiva?
La respuesta quizás no esté en un algoritmo, sino en una decisión más humana.
Quizás la verdadera ventaja competitiva de una empresa no es la tecnología que usa, sino la lucidez con la que sabe cuándo no es necesario usarla.
Si quieres hacerlo más fácil, hablemos
Si todo esto te resuena y tienes la sensación de que quizás no necesitas otra herramienta, sino una mirada más clara y humana sobre cómo estás trabajando, en DeMomentSomTres podemos ayudarte. Nos gusta hacer las preguntas incómodas, las que ayudan a desbloquear procesos y a simplificar lo que se ha complicado. No vendemos magia ni promesas tecnológicas: trabajamos con personas para entender lo que realmente necesita cada organización. Si quieres abordar estos temas sin perderte en tecnicismos, aquí estamos.